A mí no me iba a pasar
Mirarte al espejo, repasar todas las decisiones que has tomado hasta haber llegado hasta este momento, y a pesar de eso, no saber quién está al otro lado del vidrio. No reconocerse, es más, detestarse, sentirse avergonzada con la persona en la que te has convertido. Eso le ocurre a Laura Freixas, autora de A mí no me iba a pasar, una autobiografía con perspectiva de género. Freixas es una joven con estudios, viajada, con un novio inteligente y con un gran futuro por delante en el mundo editorial. Sabe que quiere ser una mujer triunfadora, esas que parecen un animal mitológico, sobre todo en la época en la que está basado.
Pero la vida se interpone en nuestros planes. Freixas se casa, tiene hijos, ya no tiene tiempo para criar a dos niños y trabajar al mismo nivel que sus compañeros hombres. Hay que escoger quién de la pareja debe triunfar: él o ella. ¿Tengo que decir quién fue el elegido?
Los grandes sueños de la escritura se empiezan a ir a la basura con los pañales usados. Él cada vez trabaja más, y ella ya solo se dedica a la casa y a los niños, hasta que un día se da cuenta: "esto a mí no me iba a pasar y aún estoy a tiempo de cambiarlo".
La autobiografía de Freixas es desgarradora, dura y brutalmente sincera. ¿Pero no nos ha pasado a todos alguna vez? Los planes se tuercen y llegas a un punto en la vida en el que estás totalmente perdido, hasta que te das cuenta que solo te tienes a ti para arreglarlo.
Esta autobiografía me parece una lectura obligatoria para las mujeres jóvenes. Debemos ser conscientes de que esto nos puede pasar, que no debemos dejar de luchar por nuestros sueños, que nuestro trabajo es tan importante como el de cualquier hombre. Por mucho que nos engañemos y digamos que se está avanzando, todos los estudios muestran que la realidad: las mujeres siguen cuidando de los hijos y de las tareas del hogar. Es nuestra generación la que tiene que evitar que se continue este patrón, y son estos libros los que nos abren los ojos con una sonora bofetada.
Las lectoras adultas se pueden sentir totalmente reflejadas en Freixas, y darse cuenta, mientras cambian un pañal o limpian un baño, que esta situación no esta definida, que no es su obligación tener ese rol, que pueden y deben exigir igualdad. ¿Acaso no sería una locura pensar que los hombres tienen que cuidar de los niños solo por el hecho de ser hombres? No dejemos que esto nos pase.
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